Desde un punto de vista panorámico, la pobreza de Centroamérica puede parecer igual de un país a otro. Sin embargo, las causas de los problemas económicos son por lo general propios de su ubicación específica. Por esta razón, para abordar la pobreza en Guatemala, se requieren estrategias distintas a las de naciones vecinas y cercanas como Nicaragua y Honduras.
En Guatemala y Nicaragua, las familias más pobres se concentran en las aldeas rurales — pero hasta allí llegan las similitudes. La tasa de pobreza es dos veces más alta en Guatemala, y la disparidad entre ricos y pobres es enorme. Por ejemplo, Ciudad de Guatemala está llena de elegantes boutiques y centros comerciales, ubicados prácticamente junto a comunidades sumidas en la pobreza.
De la misma manera, en Guatemala existe una crisis de propiedad de tierras que simplemente no se ve en casi ningún otro país. Mientras que muchos de los agricultores pobres en Nicaragua son dueños de su propia parcela, tal no es el caso en Guatemala. La mayoría de la tierra es propiedad de acaudalados individuos o de corporaciones.
Sin embargo, Cross Catholic Outreach lleva a cabo muchos proyectos en Guatemala y en otras partes de Latinoamérica que lidian con la pobreza y la desigualdad de la riqueza.
● Población: 17.4 millones de habitantes
● PIB per cápita: $8.637 ($62.530 en los EE.UU.)
● Niños con desnutrición crónica: 42%
● Mortalidad infantil por cada 1.000 nacimientos vivos: 26.8 (7.5 en los EE.UU.)
● Población sin acceso a saneamiento adecuado: 4.1 millones de habitantes
Fuentes: CIA World Factbook, The World Bank
Hay varios factores que contribuyen a que las familias guatemaltecas permanezcan en la pobreza:
Guatemala tiene una población sumamente diversa, que consta de diferentes culturas y grupos étnicos; y es esta diversidad con frecuencia la causa de muchos conflictos, tales como la guerra civil guatemalteca, que se libró entre 1960 y 1996. Más de 200.000 personas murieron durante este sangriento conflicto, y gran parte de estas muertes ocurrieron en comunidades indígenas rurales.
Trágicamente, los efectos de la guerra aún pueden observarse hoy en día. Los enfrentamientos desplazaron a más de medio millón de personas, y muchos de ellos se agruparon en asentamientos informales en distintas partes del país, en sus esfuerzos por salvar sus vidas. La mayoría de estas personas nunca lograron regresar a sus tierras de origen, y se vieron forzados a empezar una nueva vida para sus familias, generalmente alquilando lotes pequeños y poco deseables.
Otro factor que mantiene a las familias en la pobreza es la desigualdad social y económica. La pobreza entre los grupos indígenas es desgarradoramente alta — con el 40% de ellos viviendo en la pobreza extrema. Ocho de cada 10 niños indígenas padecen desnutrición crónica, cuyo impacto en sus vidas puede ser permanente.
Los niños que se crían en comunidades pobres enfrentan retos para el resto de sus vidas. La barrera del idioma y el escaso acceso a la educación a menudo impide que familias trabajadoras desarrollen el potencial que Dios les ha concedido. Estas familias también enfrentan retos en su salud debido a la falta de agua potable, a sus viviendas antihigiénicas y a su limitado acceso a la atención médica.
El resultado es una tragedia humana que intensifica gran parte de la pobreza en Guatemala, y es el trasfondo cultural que da fuerza a muchos de los proyectos de nuestros aliados ministeriales en el país.
A pesar de que también existe pobreza considerable en las áreas urbanas —y hay ciertas áreas urbanas que son particularmente peligrosas— la pobreza en Guatemala es predominantemente rural; y la pobreza extrema es, por poco, exclusivamente rural. Casi 8 de cada 10 indígenas viven por debajo del umbral de la pobreza en Guatemala. Hay un “cinturón de miseria” en las regiones del norte y noroccidente del país, habitado en su mayoría por grupos indígenas.
La tasa de desnutrición infantil guatemalteca es extremadamente alta. En términos de rendimiento de la niñez, Guatemala tiene una tasa de retraso en el crecimiento del 47% entre todos los niños menores de 5 años. La desnutrición está directamente relacionada con la pobreza, y es mucho más alta entre los niños rurales e indígenas que entre sus contrapartes urbanos o no-indígenas.
En las aldeas remotas del país, las familias pobres generalmente trabajan en labores de campo como jornaleros en fincas o haciendas cercanas. El trabajo que realizan es extenuante, por salarios ínfimos de $1 a $3 dólares diarios —y aun así se sienten agradecidos por contar con un trabajo. Pero, al terminar la cosecha, empieza la búsqueda desesperada de cualquier tipo de trabajo esporádico como lavar ropa para familias que puedan pagar, o viajar largas distancias hasta las ciudades para vender mercancía en las calles.
Otros factores que perpetúan el círculo de pobreza incluyen el elevado índice de embarazo adolescente, la falta de acceso a buenas escuelas y la separación de las familias. Muchos padres migran a otros pueblos o ciudades, incluso a otros países en busca de trabajo, y la distancia hace que sus hogares se vayan separando poco a poco. La pobreza pone una carga agobiante sobre estas familias, y muchas de ellas empiezan a resquebrajarse bajo su peso.
En los últimos tiempos, la situación ha empeorado. Solo una parte reducida de la población mantiene un trabajo estable, mientras que el desempleo se sigue disparando. Muchos hogares no cuentan con acceso a electricidad, a servicios sanitarios ni a caminos remotamente decentes; y a menos que haya una intervención, es poco probable que las familias pobres de las áreas rurales vean alguna mejoría en sus vidas en un futuro cercano. Las necesidades físicas más urgentes incluyen:
● Alimentos
● Agua y saneamiento
● Vivienda
● Agricultura y micro finanzas
● Educación
Para poder crear un cambio duradero, debemos comenzar con lo más básico. La alimentación y el agua son dos de las necesidades fundamentales de la vida. Sin ellas, habrá muy poco progreso en el desarrollo de la educación y la generación de ingresos. Cuando apoyamos proyectos para aliviar el hambre y la instalación de sistemas de agua potable, estaremos cimentando una base firme que les permitirá a las generaciones futuras seguir construyendo a partir de ellas por muchos años más.
Los retos que enfrentan las familias guatemaltecas más pobres son muy reales y dolorosos. ¡Pero nosotros tenemos una oportunidad increíble de proporcionar alivio! Actualmente, Cross Catholic Outreach trabaja conjuntamente con casi una docena de aliados ministeriales Católicos que abordan la pobreza extrema, para la gloria de Jesucristo. Todos ellos están muy comprometidos con su lucha por aliviar la carga de las familias que sufren, y con el apoyo de nuestros donantes, estos pueden causar un impacto profundo en las vidas de la gente necesitada.
Cross Catholic Outreach ayuda a unir a la Iglesia global, conectando a estos confiables ministerios con donantes compasivos. Tu generosidad tiene el poder de fortalecer estas misiones de misericordia y equiparles con los recursos que ellos necesitan para abordar la pobreza en Guatemala. Al unir esfuerzos, la luz de Cristo brillará sobre las comunidades que han caído en el olvido y abrirá el camino para una transformación comunitaria sostenible.
Las donaciones a esta campaña serán utilizadas para cubrir los gastos del fondo de financiamiento general incurridos hasta el 30 de junio de 2024 cuando cierra el año fiscal de nuestro ministerio. Si se diera el caso de que se recauden fondos por encima del nivel necesario, el excedente de fondos será utilizado para financiar los gastos más urgentes del ministerio.