La crisis del COVID-19 ha llevado a millones de niños en todo el mundo a la pobreza extrema, donde enfrentan riesgos mortales como la desnutrición. Sin embargo, la escuela es una solución que puede salvarles la vida y, a la vez, empoderarlos, puesto que representa una oportunidad para conquistar la adversidad y romper el círculo de pobreza de una vez por todas.
Para muchos de los niños pobres del mundo, la escuela también les proporciona la única comida que tendrán en el día. Esta combinación de una educación Católica sólida con una comida saludable les brinda el mejor regalo que un niño puede obtener: la esperanza. La fe y la esperanza les ayuda a atravesar los días más oscuros y llevarlos, guiados por Dios, a días claros y despejados.
Gracias a ministerios Católicos en el mundo, los niños pobres están recibiendo comida saludable que nutre sus cerebros y sus cuerpos en crecimiento.
Por ejemplo, en el Centro Marie Louise Bayle, en Haití, a los estudiantes se les proporcionan, sin ningún costo, comidas nutritivas todos los días; y esta alimentación sana ayuda a que los niños rindan en sus estudios. El programa también incluye un centro de bienestar, donde las madres y quienes cuidan de otras personas reciben clases de maternidad, lactancia materna y crianza de los hijos. Esta capacitación, que transforma vidas, se respalda con insumos como leche fortificada para niños menores de 5 años, para asegurarse de que estén recibiendo las vitaminas que necesitan para crecer saludables y fuertes.
El Colegio Corazón de Jesús en Perú ha desarrollado importantes programas que sirven a los pobres. Uno de ellos distribuye alimentos a las familias más necesitadas de la comunidad, y esas comidas nutritivas ayudan a los niños a tener un buen rendimiento en sus estudios.
La buena nutrición es esencial para una niñez sana; pero ayudar a los niños pobres a prosperar requiere algo más que solo proporcionarles alimentos. La gran mayoría de estos niños, además de grandes dificultades emocionales, afrontan adversidades todos los días. Por lo general, ellos se atrasan en sus estudios, se sienten marginados, inseguros e indefensos.
A pesar de su corta edad, Gelana Reta enfrentaba estos desafíos. Con tan solo 5 años, él pasaba sus días recogiendo y vendiendo leña para cocinar para ayudar a su familia.
Pero gracias a las generosas donaciones de los benefactores de Cross Catholic Outreach, Gelana recibió una beca académica para asistir al Kindergarten Católico Shambu en Etiopía, bajo la dirección de los Misioneros de la Consolata. Y así como él, muchos otros niños rezan para que pronto ellos también puedan asistir a la escuela, mientras que la misión hace hasta lo imposible para que sus oraciones se materialicen.
Aunque ya tiene 18 años, Duncan aparenta ser un preadolescente debido a que la desnutrición retrasó su desarrollo, haciendo que también se atrasara en sus estudios. Pero con el apoyo de católicos en los EE.UU., él logró matricularse en el Centro de Rehabilitación San Juan Bosco, en Kenia, y albergarse en el internado del ministerio, donde recibe comidas nutritivas y orientación espiritual. La sonrisa en su rostro refleja la alegría de su corazón. Indudablemente, Dios está guiando la vida de Duncan, y su futuro solo puede volverse más brillante en la medida que él avance en su educación.
Brian Nzuki comenzó sus estudios en el Centro de Educación Católica Hermano Beausang., en Kenia, uno de los aliados ministeriales de Cross Catholic Outreach, y muy pronto empezó a destacarse en todas sus clases y en las actividades extracurriculares. Se graduó con el primer puesto entre sus compañeros y, por la gracia de Dios, ahora sigue sus estudios en la Universidad de Harvard.
Hay cientos de niños y niñas en el Centro de Educación Católica Hermano Beausang que sueñan con mejorar sus vidas. Y la generosidad de católicos compasivos en los EE.UU. puede hacer que sus sueños se conviertan en realidad. El apoyo les enseña a los niños que Dios escucha sus oraciones de ayuda, y que Él tiene un plan especial para sus vidas.
Debido al analfabetismo de sus padres, muchos niños tienen que enfrentarse a los retos de una educación sin apoyo en el hogar, lo que hace que el aprendizaje sea doblemente difícil. A sus 11 años, Ricky tuvo que empezar de nuevo desde el primer grado para aprender los conceptos básicos; y hubiera podido desanimarse y darse por vencido ante tan abrumadora perspectiva, ¡pero no lo hizo! Sus donaciones ayudaron a que Ricky se inscribiera en el programa acelerado en el Instituto de Capacitación San José, en Haití, en donde acaba de completar el 4to. Grado, y además recibió el Sacramento de la Primera Comunión. Ahora, Ricky, lleno de esperanza y del amor de Dios, está muy emocionado de empezar los estudios técnicos que siguen. Sin el apoyo de católicos compasivos, sus esfuerzos por sobreponerse a la pobreza de su familia hubieran sido en vano.
La buena nutrición, acompañada de una educación de calidad, representa un “golpe doble” en el combate contra la pobreza. Ambas restauran la esperanza y ayudan a los niños a experimentar el poder transformador de Dios de una manera tangible. Al apoyar los programas alimentarios y educativos de las misiones Católicas, les estará abriendo oportunidades ilimitadas a niños en necesidad. Por favor, done ahora ¡y transforme la vida de un niño para siempre!
El 25 de cada mes
Las donaciones a esta campaña serán utilizadas para cubrir los gastos del fondo de financiamiento general incurridos hasta el 30 de junio de 2023 cuando cierra el año fiscal de nuestro ministerio. Si se diera el caso de que se recauden fondos por encima del nivel necesario, el excedente de fondos será utilizado para financiar los gastos más urgentes del ministerio.