Cross Catholic Outreach ha estado trabajando incansablemente para proteger a las familias del hambre, y para restablecer a las familias que no tienen suficiente que comer. Se calcula que 820 millones de personas en todo el mundo padecen hambre, y se espera que esta cifra se incremente debido a la prolongada pandemia del COVID-19. Usted nos ayudó a abordar este problema al financiar programas mundiales de alimentación, y a enviar comidas saludables a las comunidades más pobres. El apoyo económico de nuestros benefactores desempeña un papel crucial en nuestra misión de sustentar vidas y almas.
Durante el año fiscal 2021, su generoso apoyo para proporcionar alimentos fue más crítico que nunca. Al aumentar la vulnerabilidad de las familias por los confinamientos del COVID-19 y por la crisis económica que le procedió, los donantes que apoyaron nuestros programas de distribución de alimentos ayudaron a prevenir el hambre generalizada y a restaurar la esperanza. En Guatemala, usted ayudó a que la diócesis de Suchitepéquez-Retalhuleu llegara a comunidades rurales con alimentos urgentemente necesitados, proporcionando una oportunidad para transformar comunidades enteras tanto física como espiritualmente. En Zambia, por ejemplo, usted suministró comida a 168 niños de la Escuela para niños discapacitados Dagama, proveyéndoles la nutrición que ellos necesitan para avanzar en sus estudios.
En términos generales, sus donaciones nos ayudaron a enviar alimentos y a financiar los costos de nutrición y programas de alivio de la pobreza en 18 países. Esto incluyó subvenciones en efectivo a 92 proyectos y el envío de 20.5 millones de porciones de Vitafood, una comida rica en nutrientes, a quienes padecían hambre. Sus esfuerzos satisficieron las necesidades nutricionales urgentes de los pobres, entre los que había miles de niños en escuelas católicas; y a la vez, usted desempeñó un papel vital en los esfuerzos de la Iglesia de fortalecer de forma integral cuerpos, mentes y almas.
Proporcionar alimentos es importante porque le da a una familia la oportunidad de usar el dinero que iba a gastar en comida en otras cosas urgentes como medicinas, reparación de viviendas y los gastos escolares de sus hijos. Nuestra estrategia de trabajar lo más posible a través de parroquias y misiones diocesanas significa que estos esfuerzos también causan un impacto espiritual. Estamos comprometidos con Cristo y con la construcción de su reino, porque “el hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” (Mateo 4:4).