Las palabras de nuestro Señor en Mateo 25 están inspirando la transformación de una comunidad en Guatemala.
Ver el rostro de Cristo en los pobres es una idea ya conocida para la mayoría de los cristianos. Esta creencia de que podemos servir a nuestro Señor siempre que ayudemos a alguien necesitado es un mensaje central en Mateo 25: 31-46, uno de los pasajes más conocidos del Nuevo Testamento. Es tan familiar que, si no tenemos cuidado, podemos volvernos un poco ambivalentes al respecto, o peor, no actuar como si creyéramos que es verdad.
Santa Teresa de Calcuta, que pasó su vida en las trincheras de la pobreza, hablaba a menudo de reconocer a nuestro Señor en “el angustiante disfraz” de los pobres. Es como si la gran santa esperara que esta ostentosa descripción acabara con nuestra complacencia y nos hiciera ver a quién servimos realmente cuando ayudamos a la gente necesitada.
El Papa Francisco, en su mensaje para la Jornada Mundial de los Pobres del próximo mes, nos recuerda lo mismo: “No lo encontramos cuando y donde queremos –dice el Santo Padre–, sino que lo vemos en la vida de los pobres, en sus sufrimientos y necesidades, en las condiciones a menudo inhumanas en las que se ven obligados a vivir.”
Tomarse el tiempo para ver a Cristo en los pobres —especialmente en un niño como Brian Escobar, de 5 años— vale la pena. Cuando lo hacemos, el corazón nos llama a compadecernos, luego a rezar y finalmente a actuar. Una vez que vemos a Jesús en Brian, ¿cómo vamos a ignorar su sufrimiento?
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El pequeño Brian nunca ha dormido en una habitación, ni en un hogar seguro.
Él vive en pobreza en la diócesis de Santa Rosa de Lima, en Guatemala. Todas las noches se acuesta a dormir en el suelo de tierra de la choza que comparte con sus padres y hermanos. Las paredes y el techo de hojalata de la vivienda de una sola habitación, sin agua corriente ni electricidad, están llenos de agujeros. Cuando llueve, todo el interior se moja y el suelo de tierra se convierte en barro.
Rara vez hay suficiente comida para que la familia se alimente adecuadamente, y es fácil ver por qué Brian y los otros niños a menudo están enfermos.
Pero en la aldea de Brian, en la diócesis de Santa Rosa de Lima, nos comprometemos no solo a ver a Cristo en los pobres, sino también a actuar para transformar esta comunidad.
Trabajando estrechamente con el padre Raúl Monterroso, un dedicado sacerdote que dirige el ministerio local de Cáritas Santa Rosa, estamos planeando llevar más de 800.000 comidas ricas en proteínas a esta comunidad, donde muchos están desnutridos y pasan hambre.
También queremos construir 107 casas de hormigón a prueba de tormentas para familias como la de Brian, que viven en chozas con suelo de tierra.
Además de satisfacer estas y otras necesidades materiales, estamos trabajando para llevar ayuda espiritual a familias que han vivido durante mucho tiempo sin esperanza. En los próximos meses, tenemos previsto formar a más de 5,000 catequistas y líderes laicos que dirigirán retiros y otras actividades de la Iglesia, incluidos este Adviento y Navidad.
Al pensar en nuestro trabajo en Santa Rosa de Lima, me entusiasma la iniciativa y lo que promete. Comience con el compromiso de ver a Cristo en los pobres para luego pasar a la acción que busca aliviar el sufrimiento de niños como Brian y su familia.
Usted puede participar fácilmente — y fructíferamente– en esta labor, y espero que así sea. Para empezar, puede asegurarse de que un niño como Brian tenga una comida nutritiva cada día o unirse al esfuerzo de construir una casa para una familia como la suya.
Es importante para mí –y espero que para usted también– que este proyecto y muchos otros proyectos de CCO inviten a familias como la de Brian a participar en su propia transformación. Por ejemplo, si pueden, ellos pueden invertir con su trabajo en la construcción de la casa que ocuparán algún día.
Nuestro ministerio integral en lugares como Santa Rosa de Lima incluye: educación católica de los niños pobres, formación agrícola y entrega de suministros para mejorar el rendimiento de las cosechas, y otros proyectos más. Lo que buscamos es lograr un cambio de largo plazo. No solo ayudamos a las familias a romper el ciclo de la pobreza, sino que también las involucramos en el trabajo para lograr una mayor autosuficiencia.
Y al participar en esta labor transformadora, usted también recibirá los frutos de lo que supo dar. Los mismos frutos espirituales que San Francisco y otros santos señalaban cuando dijeron: “Es al dar que recibimos”. Espero y deseo que el participar en nuestros proyectos, como el de Santa Rosa de Lima, le ayude a acercarse a Dios.
Cuando uno se toma en serio el mensaje de Mateo 25 de que es realmente a nuestro Señor a quien servimos cuando alimentamos, albergamos o atendemos de alguna manera a un niño pobre como Brian, nuestro crecimiento espiritual está prácticamente garantizado. Y, hablando por experiencia propia, es uno de los sentimientos más emocionantes del mundo.
Las donaciones a esta campaña serán utilizadas para cubrir los gastos del fondo de financiamiento general incurridos hasta el 30 de junio de 2024 cuando cierra el año fiscal de nuestro ministerio. Si se diera el caso de que se recauden fondos por encima del nivel necesario, el excedente de fondos será utilizado para financiar los gastos más urgentes del ministerio.